martes, 8 de junio de 2010

Paseando por el cementerio

En el cementerio del Sanatorio hay una tumba pequeña, nada que ver con los mausoleos de las grandes familias, nada que ver con lo funebres aspavientos. El que reposa en esta críptica y sencilla tumba, escribió:



Del otro lado de la puerta un hombre
deja caer su corrupción. En vano
elevará esta noche una plegaria
a su curioso dios, que es tres, dos, uno,
y se dirá que es inmortal. Ahora
oye la profecía de su muerte
y sabe que es un animal sentado.
Eres, hermano, ese hombre. Agradezcamos
los vermes y el olvido.

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